lunes, 7 de septiembre de 2009

El Día Que Me Vaya No Se Lo Diré A Nadie

"La idea le recuerda a un amigo suyo que vivía al lado de un patio de colegio, un tal Ramos. Él también poseía cierta habilidad para los encuentros con Mamá Puño y sus Cinco Hijitas.

Un día de las vacaciones de Navidad, tumbado en la cama, Ramos estaba enfrascado en su ejercicio favorito, aprovechando que sus padres no estaban en casa. Su cama estaba delante de una ventana que daba a un patio de colegio en un sexto piso. Nadie podía molestarle. Con los ojos cerrados, usando su imaginación, Ramos se concentraba en sus quehaceres, hasta que de pronto un ruido ensordecedor le hizo abrir los ojos.
Un estruendo terrible, como una taladradora amplificada.
Un sonido enorme, roto, que lo tapaba todo.
Un helicóptero.
Delante de su ventana,
Con tres tipos barbudos con corona mirándole.
El helicóptero que traía a los Reyes Magos al colegio, estático delante de su ventana, y Ramos con los pantalones bajados, enfrascado en sus cosas.
Melchor, Gaspar y Baltasar paralizados en el aire, los ojos fijos en su cama. Una probabilidad entre un millón de vivir delante del único colegio del país que trae a los Reyes Magos en el helicóptero. Una entre cien millones de que miren hacia tu ventana. Una entre un billón de que estés con los pantalones bajados, enfrascado en tus cosas.
Julián piensa que aquellas navidades los niños seguro que encontraron a sus Reyes Magos distantes y pensativos y se ríe.

Piensa que no cree que aquel día Ramos terminara lo que empezó".

Extraído de " El día que me vaya no se lo diré a nadie" de "Kiko Amat". Ed. Anagrama

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