viernes, 10 de febrero de 2012

El Guardián Entre El Centeno

"Bueno, pues estábamos allí sentados y de pronto dijo -Perdona, pero eso ¿no es una etiqueta de Pencey?- Estaba mirando las maletas que había colocado en la red.
- Sí -dije. Y era verdad. En una de mis maletas llevaba una puñetera etiqueta de Pencey. Una horterada horrible. Lo reconozco.
- ¿Eres alumno de Pencey? -dijo. Tenía una voz muy bonita. Una voz que debía sonar muy bien por teléfono. Debería llevar siempre con ella un maldito teléfono.
- Sí -dije.
- ¡Qué bien! Entonces quizá conozcas a mi hijo, Ernest Morrow. Estudia en Pencey.
- Sí. Está en mi clase.
Su hijo era sin lugar a dudas el mayor hijoputa que había pasado por Pencey en toda la asquerosa historia del colegio. Siempre iba por el pasillo, después de ducharse, pegando a todos en el culo con su toalla mojada. Ésa era exactamente la clase de tío que era.
- ¡Cuánto me alegro! -dijo la señora. Pero no cursi. Sólo simpática y eso-. Tengo que decirle a Ernest que nos hemos conocido -dijo-. ¿Puedo saber cómo te llamas, querido?
- Rudolf Schmidt -le dije. No me apetecía contarle la historia de mi vida. Rudolf Schmidt era el nombre del portero de nuestros dormitorios."

Extraído de "El guardián entre el centeno" de J.D. Salinger. Ed. Alianza

1 comentarios:

Jorge dijo...

Libro de cabecera!!

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