domingo, 2 de septiembre de 2007

Caótica Ana

No sé ni por dónde empezar ni por dónde acabar. No puedo decir que la película sea malísima por que no lo es, pero es que tampoco me gustó lo suficiente. En primer lugar vamos a recordar que estamos hablando de una película de Julio Medem, de su universo particular, hecho que mucha gente está obviando al decir que es patraña de película. La historia narra la vida de Ana, una joven ibicenca educada en la libertad que le inculcó su padre, un hippie alemán. Su afición a la pintura es descubierta por una mecenas francesa, Justine, que le propone formarse en su escuela de Madrid. Allí descubrirá a su amor verdadero, a su bestia parda de hombre. Un incidente desencadenará la necesidad de someter a hipnosis a Ana y la película comenzará a perder lo que en un principio prometía ser. El problema principal que le veo es que se han mezclado temas que no pegan ni con cola. El compromiso político de Medem se ha visto forzado a aparecer de la manera menos acertada. El conflicto del pueblo Saharaui, la estupidez inigualable de los dirigentes estadounidenses y su guerra de Irak son temas que se superponen a la trama y podían haber sido obviados perfectamente. Es como en las películas de sobremesa americanas en las que siempre aparece la bandera americana y el patriotismo desmesurado. Empalaga. No entiendo por qué la mecenas tiene que ser francesa (el mito de la supremacía de la cultura gala pasó hace mucho tiempo a mejor vida) y la vida bohemia de las jóvenes promesas del arte no está representada por la flor y nata que en la película aparece. Reitero, la película me estaba gustando y estoy convencido de que podía haber sido la película del año. La regresión del 10 al 1 me gustó hasta aproximadamente el 3. Una pena. Se me olvidaba, Bebe sobra de la pantalla y el susto que te mete Antonio Vega a mitad de película es acojonante.

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