"Estoy solo en la oscuridad, dándole vueltas al mundo en la cabeza mientras paso otra noche de inmsonio, otra noche en blanco en la gran desolación americana. Arriba, mi hija y mi nieta están cada una en su habitación, también solas: mi hija única, Miriam, de cuarenta y siete años, que se acuesta sola desde hace cinco, y Katya, de veintitrés, única hija de Miriam, que antes dormía con un joven llamado Titus Small, pero ahora Titus ha muerto, y mi nieta duerme sola con el corazón destrozado."
"(...) En ese punto Noriko acaba derrumbándose y rompiendo a llorar, cubriéndose la cara con las manos y dando rienda suelta a las lágrimas: una mujer joven que ha sufrido en silencio durante tanto tiempo, una buena persona que se niega a creer que lo es, porque sólo los buenos dudan de su propia bondad, y eso es precisamente lo que los hace así. Los malos sí saben que son buenos, pero ellos lo ignoran. Se pasan la vida disculpando a los demás, pero no son capaces de perdonarse a sí mismos."
"(...) Betty murió de tristeza. Algunos se ríen al oír esa frase, pero eso es porque no saben nada de las cosas de la vida. La gente se muere de pena. Ocurre todos los días, y seguirá sucediendo hasta el fin de los tiempos."
"(...) Siempre pienso en decir a Miriam que me compre uno de esos artilugios que relucen en la oscuridad, pero cuando me levanto por la mañana se me olvida. La luz borra los pensamientos, y no vuelvo a acordarme hasta que estoy otra vez en la cama, despierto como ahora, mirando al techo invisible de mi nebulosa habitación."
"(...) Quiero escupir en el pañuelo, pero cuando alargo la mano para buscarlo con los dedos en la mesilla de noche, rozo el despertador, que cae al suelo con estrépito. Sigo sin pañuelo. Entonces me acuerdo de que todos mis pañuelos se están lavando, de manera que trago con fuerza y dejo que toda esa porquería me baje por la garganta, diciéndome por quincuagésima vez en los últimos cincuenta días que debo dejar de fumar, cosa que nunca sucederá, estoy seguro, pero lo digo de todos modos, sólo para torturarme con mi propia hipocresía."
Extraído de "Un hombre en la oscuridad" de "Paul Auster". Ed. Anagrama