"Y esa era la razón, en fin, por la que yo me mostraba tan sigilosa con la cinta. Hasta le di la vuelta a la portada, de forma que sólo podías ver a Judy con el cigarrillo si abrías la caja de plástico. Pero el motivo por el que aquella cinta significaba tanto para mí no tenía nada que ver con el cigarrillo, o con la forma de cantar de Judy Bridgewater, que es una de esas cantantes de la época, del tipo bar musical, nada del gusto de los alumnos de Hailsham. Lo que hacía tan especial a aquella cinta era una canción concreta: el tema número tres: "Nunca me abandones". Es una canción lenta, y es noche avanzada, y es Norteamérica, y hay un trozo que vuelve y vuelve, en el que Judy canta: "Nunca me abandones... Oh, baby, baby... Nunca me abandones..." Tenía once años entonces, y no había escuchado mucha música, pero esa canción..., esa canción me llegó de verdad. Siempre procuraba tener la cinta rebobinada en ese punto, y en cuanto podía la ponía."
Extraído de "Nunca me abandones" de Kazuo Ishiguro". Ed. Anagrama
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