Nadie sabe como acabó el niño
dentro del congelador.
Pasó tres días allí
entre
pizzas,
canelones,
y hamburguesas,
durmiendo plácidamente
mientras sus padres
andaban como locos buscándole.
Extraído de “El niño cabeza cubito de hielo no puede secarse el pelo” de Agnes Daroca. Ed. Los Imaginantes
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