"Más adelante, en la vida, confías en descansar un poco, ¿no? Crees que te lo mereces. Yo sí, en todo caso. Pero entonces empiezas a comprender que a la vida no le incumbe recompensar el mérito.
Además cuando eres joven piensas que puedes predecir los sufrimientos y la desolación que es probable que te depare la edad. Te imaginas solo, divorciado, viudo; los hijos se alejan de ti, los amigos se mueren. Te imaginas la pérdida de tu posición, la pérdida del deseo... y la capacidad de suscitarlo. Puedes ir más allá y pensar en la muerte que se avecina y que, a pesar de la compañía que puedes procurarte, hay que afrontarla siempre solo. Pero esto es adelantarse. Lo que haces es anticiparte y luego imaginarte mirando atrás desde un punto futuro. Aprendiendo las nuevas emociones que el tiempo trae. Descubriendo, por ejemplo, que a medida que los testigos de tu vida disminuyen, hay menos corroboración y, por consiguiente, menos certeza de lo que eres o has sido. Aunque frecuentemente hayas consignado cosas -en palabras, sonidos, imágenes-, tal vez descubras que te has dedicado a tomar nota de las cosas que no valía la pena anotar. ¿Cómo era la frase que Adrian solía citar?: <<La historia es la certeza obtenida en el punto en que las imperfecciones de la memoria topan con las deficiencias de documentación>>".
Extraído de "El sentido de un final" de Julian Barnes. Ed. Anagrama