domingo, 15 de septiembre de 2013

Beloved

"A Sethe se le cayeron los zapatos; Denver se sentó y Paul D sonrió. Reconoció el cuidadoso enunciado de quienes como él no sabían leer, pero habían memorizado las letras de su nombre. Estuvo en un tris de preguntarle quién era su gente, pero lo pensó mejor y cambió de idea. Una joven de color que iba sin rumbo escapaba de la ruina. Cuatro años atrás él había estado en Rochester, donde había visto llegar a cinco mujeres con catorce hijas. Todos sus hombres -hermanos, tíos, padres, maridos, hijos- habían sido eliminados uno a uno. Ellas sólo tenían un trozo de papel que las recomendaba a un predicador de DeVore Street. Entonces hacía ya cuatro o cinco años del fin de la guerra, pero nadie, ni blanco ni negro, parecía saberlo. Ocasionales grupos de negros y negros dispersos erraban por los caminos interiores y senderos para animales desde Schenectady hasta Jackson. Aturdidos pero persistentes, se indagaban recíprocamente para saber algo de un primo, una tía, un amigo que alguna vez había dicho: "Ven a verme. Cuando estés cerca de Chicago, ven a verme". Los había que escapaban de una familia que no podía mantenerlos y otros que buscaban a la familia; algunos huían de cosechas muertas, parientes muertos, amenazas contra su vidas y tierras ocupadas. Chicos más jóvenes que Buglar y Howard; configuraciones y mezclas de familias con mujeres y niñas, mientras que en otro sitio, solitarios, cazados y cazando, había hombres, hombres, hombres. Segregados del transporte público, perseguidos por las deudas y la mugre, seguían caminos secundarios, oteaban el horizonte en busca de señales y se apoyanan fuertemente los unos en los otros. Silenciosos, excepto para las cortesías sociales, cuando encontraban a otro no describían los pesares que los llevaban de un lado a otro, ni hacían preguntas. Los blancos no soportaban que les dirigieran la palabra. Todos los sabían."

Extraído de "Beloved" de Toni Morrison. Ed. DEBOLS!LLO

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