"A partir de entonces, algunas veces en que Mr. Ransome escuchaba en su butaca La flauta mágica con los auriculares, no era Mozart lo que estaba escuchando. Mientras miraba distraídamente a su mujer leyendo, los gemidos y gritos y retozos interminables de Martin y Cleo llenaban sus oídos. Por muchas veces que escuchase la cinta nunca dejaba de asombrarle; que dos seres humanos pudieran entregarse el uno al otro y al instante presente de una forma tan completa e incondicional era algo que sobrepasaba su entendimiento. Le parecía milagroso.
(...)
Tales eran los pensamientos de Mr. Ransone sentado enfrente de su mujer, quien estaba haciendo una nueva tentativa de leer a Barbara Pym. Ella sabía que él no escuchaba a Mozart, aunque había pocas señales evidentes y desde luego nada tan vulgar como un bulto en los pantalones. No, era sólo una expresión tensa en Mr. Ransome, que era lo más opuesto a la que tenía cuando escuchaba a su compositor favorito; una intensidad de atención y una sensación de que, si aguzaba más el oído, quizá percibiese algo en la cinta que se le había escapado la vez anterior".
Extraído de "Con lo puesto" de Alan Bennet. Ed. Anagrama
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