"Podemos, si así lo deseamos, vagar sin rumbo por el inmenso océano del azar, justamente como las semillas aladas de ciertas plantas revolotean al impulso de la veleidosa brisa primaveral.
No obstante, no faltará quien afirme que hay que negar de entrada la existencia de lo que se suele llamar "azar". Punto de vista basado en que lo ya sucedido, obviamente, se ha de dar por ya sucedido, sin más; y, claro está, lo aún no ocurrido, obviamente, se ha de dar por no ocurrido. En resumidas cuentas, nuestra existencia es una sucesión de instantes aprisionados entre el "todo" que queda a nuestra espalda y la "nada" que tenemos delante. Y ahí no hay lugar para el azar, ni tampoco para lo posible.
Aunque, verdaderamente, entre ambos puntos de vista no existe una diferencia esencial. Lo que ocurre aquí -como suele pasar en cualquier confrontación de opiniones- es lo mismo que sucede con ciertos platos: reciben nombres distintos según los países, pero el resultado no varía.
Todo esto es pura alegoría".
No obstante, no faltará quien afirme que hay que negar de entrada la existencia de lo que se suele llamar "azar". Punto de vista basado en que lo ya sucedido, obviamente, se ha de dar por ya sucedido, sin más; y, claro está, lo aún no ocurrido, obviamente, se ha de dar por no ocurrido. En resumidas cuentas, nuestra existencia es una sucesión de instantes aprisionados entre el "todo" que queda a nuestra espalda y la "nada" que tenemos delante. Y ahí no hay lugar para el azar, ni tampoco para lo posible.
Aunque, verdaderamente, entre ambos puntos de vista no existe una diferencia esencial. Lo que ocurre aquí -como suele pasar en cualquier confrontación de opiniones- es lo mismo que sucede con ciertos platos: reciben nombres distintos según los países, pero el resultado no varía.
Todo esto es pura alegoría".
Extraído de " La caza del carnero salvaje" de "Haruki Murakami". Ed. Anagrama
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