"El señor Aspaime encendió la botella del agua con la taza del café con leche y, exhalando una bocanada de bicarbonato, me recriminó:
- Mocita: hay que tener mucho cuidado y ser sensata. Todas las muchachas tenéis la cabeza llena de pájaros y vais por la vida saltando de distracción en distracción...
Me acaricié ostentosamente mi frondoso bigote tratando de enterar a mi interlocutor de mi verdadero sexo, pero él, embotado, prosiguió impertérrito:
- Las personas distraídas causan multitud de trastornos; yo he sido muy perjudicado por ellas y no las puedo aguantar... ¡Si yo le contara, sargento! Ustedes, los militares, deben ser mucho más cuidadosos que los demás. Por una distracción puede estallar una guerra...
Mientras el señor Aspaime hacía una pausa para rascarse su sombrero, procuré adoptar un aire de escritor y coloqué mis mangas sobre la mesa. No conseguí nada; el señor Aspaime se limpió el sudor de su frente con un camarero y, sin tener en cuenta que en la calle nevaba, continuó:
- Ahora, en plena primavera, ustedes los ancianos lo pasan muy bien; sin embargo, no aprovechan la estación como debieran."
Extraído de "¿Por qué nos gustan las guapas?" de Rafael Azcona. Ed. Pepitas & Pimentel
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