"También debes convocar aquí a tu familia, a tu madre, a tu padre, a tu hermana, con especial atención al desdichado matrimonio de tus progenitores, porque si tu propósito consiste en seguir atentamente el funcionamiento de tu joven intelecto, verte aisladamente y explorar la geografía interior de tu infancia, lo cierto es que no viviste en aislamiento , formabas parte de una familia, de una familia extraña, y sin duda esa rareza tenía bastante que ver con lo que eras de pequeño, quizá todo que ver. No tienes historias horrorosas que contar, ni dramáticos relatos de palizas ni abusos, pero sí un sentimiento continuo, subyacente, de tristeza, que tratabas por todos los medios de pasar por alto, porque no eras un niño triste por temperamento ni abiertamente desgraciado, pero una vez que fuiste lo bastante mayor para comparar tu situación con la de otros niños que conocías, comprendiste que la tuya era una familia rota, que tus padres no tenían ni idea de lo que estaban haciendo, de que el baluarte que muchas parejas intentan levantar para sus hijos no era más que una casucha en ruinas, y por tanto te sentías expuesto a los elementos, desprotegido, vulnerable; lo que significaba que para sobrevivir era preciso endurecerte y descubrir un modo de valerte por ti mismo.
Extraído de "Informe del interior" de Paul Auster. Ed. Anagrama
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