Escucha tras escucha, "Happiness" siempre acaba convenciendo. Su atractivo es tal que no hay semana en la que no caigan un par de escuchas del fantástico debut del dúo británico Hurts.
Más en la onda de Erasure que de Depeche Mode, más cerca del synthpop de principios de los noventa que de los ochenta, Hurts combinan el mejor sonido de aquella época con la seriedad que les faltaba por aquel entonces, eso sí, pecando en exceso de sentimentalismo y un misticismo artificial que no viene a cuento.
La primera vez que escuchamos sus canciones nos vinieron a la cabeza recuerdos de hace veinte años, de cuando teníamos que enseñar el DNI para entrar en antros que no nos apetecía entrar, de cuando en un momento de lucidez mental, tras escuchar aquel odioso "I Promise Myself" de Nick Kamen, abandonabas rápidamente el local en cuestión para marchar precipitadamente con grandes dilemas morales sabiéndote totalmente fuera de lugar del criterio de normalidad que dictaba la sociedad del momento.
Afortunadamente, veinte años después, lo anormal es el resto, y hemos aprendido a discernir en muchos ámbitos. "Happiness" no nos asusta, nos gusta, gracias a estupendas canciones como "Blood, Tears & Gold", "Sunday" o "Better Than Love”.
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