"Kamtchowsky se agenció un noviete al poco tiempo de anotar esa afirmación. Se llamaba Pablo, tenía anteojos y una dolorosa expresión de incomodidad por todo lenguaje corporal. Se habían cruzado varias veces en el cine del Malba. Los dos se miraban de lejos, pero pensaban de sí mismos que eran demasiado horrendos incluso para resultar deseables a otra persona horrenda como ellos. Detectaban, además, la mutua repelencia de ciertas notas biográficas comunes: ambos habían cambiado tempranamente Anteojito por la inefable Humi, la revistita de los niños progres; sus padres nunca se habían molestado en esconder demasiado bien las Sex Humor, dotando al desarrollo hormonal de sus hijos de un aire de naturalidad completamente infundado; videocaseteras, microondas y yogurteras habían resultado compañeros más fieles que cualquier perro culposo olisqueando permisos para defecar. Por ese tiempo, Kamtchowsky se había decidido a usar pollera: tenía miedo de que su traste lastimara a alguien si continuaba forzándolo al encierro. Se pintaba los ojos con horrísonas sombras verdes y disimulaba su papada con pañuelitos. Usaba zapatos de plataforma y medias estampadas con microchips y dibujos electrónicos. Se sentaba en las primeras filas del cine, evitando la promiscuidad de las risas ajenas; allí se despatarraba en el asiento, chupando sus mentitas masticables, jugando a que nadie la viera".
Extraído de "Las teorías salvajes" de "Pola Oloixarac". Ed. Alpha Decay
1 comentarios:
Difícil lectura, por momentos infumable, que te hace sentir un inútil ante la insultante inteligencia de su autora.
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